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jueves, 16 de septiembre de 2010

LA PALABRA DEL DÍA

petulancia

El Diccionario define petulancia como una actitud de "vana y exagerada presunción" y menciona que proviene del latín petulantia. Los romanos usaban esta palabra para aludir a un comportamiento 'desmedido', 'exagerado', 'atrevido' o 'insolente'.

El vocablo latino proviene del verbo petere 'ir a algún lugar', pero con el sentido de hacerlo en forma agresiva, incluso insolente. También tenía otros sentidos, como el de 'atacar o herir', 'demandar a alguien' ante los tribunales y el de 'elevarse'. Ovidio decía petere astra (elevarse hasta los astros), y Plinio, más modesto, petere palmi altitudinem (elevarse a un palmo de altura). Cicerón, por su parte, al referirse a una lucha en el Coliseo manifestaba gladiatores petendo vehementem (los gladiadores atacándose con vehemencia).

A partir de este verbo, se formó el adjetivo petulans, que se aplicaba a la persona agresiva, siempre dispuesta a atacar, y también al sujeto insolente o meramente irreverente, y petulantia, arriba mencionada, al comportamiento de los petulans. En cierto momento, se formaron asimismo los cuerpos militares de petulantes, que eran batallones auxiliares de las legiones romanas.

Corominas afirma que la palabra petulante se registra en español desde el siglo XVII. Sin embargo, el notable etimólogo catalán no disponía de los modernos corpus informatizados que hoy nos permiten saber en pocos minutos que este vocablo ya era conocido en 1495, cuando su significado fue explicado por Alonso de Palencia en su Universal Vocabulario:
Petulans. tis. de todo genero. que agora lo toman por osado & demasiado. Otro tiempo se dizian azedos demandadores. & propriamente moços de cambiadores. los quales muchas vezes y espessas demandan demasiados preçios: que toman nombre de pedidores. O es petulans suzio importuno. En esto es diffirente el petulante del lasciuo: que el petulante viene de temeridad y el lasciuo del iuego y gazaiado. El verbo latino proviene del griego peto, petannumi, que se deriva, a su vez, de la raíz indoeuropea pet- 'precipitarse', también presente en palabras como ímpetu, petición, apetito, entre otras.

VISITA DE LA INSPECTORA

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Una inspectora escolar llega de visita oficial a una escuela. Luego de saludar a la Directora, se dirige a un aula elegida al azar y la Directora la presenta a la maestra.
La Inspectora decide hacer algunas preguntas a los alumnos para evaluar el nivel de aprendizaje. A continuación van las preguntas y las respuestas:
- ¿Que es un diptongo?
Todas las manos se levantan. Elige una.
- 'Son dos vocales incluídas en una sí­laba y a veces hay que romperlo para que no suene para la mierda...'
Sorprendida, la inspectora dice:
- Bien. Y a ver... ¿Qué son dos rectas paralelas?
Nuevamente todas las manos se levantan, y la rubia de trencitas elegida dice:
- Son dos rectas que no se tocan ni por puta.
Ya molesta, la inspectora dice: - Bien... ejem.... ¿Qué es la multiplicación?
Responde otro alumno:
- Es un procedimiento para evitar tener que estar sumando al pedo.
La inspectora se aparta con la maestra y le dice:
- 'Se vé que los chicos saben, tienen gran entusiasmo y están motivados. ¡ Pero es una pena que usen un lenguaje tan grosero...!'
Y la maestra le contesta:
- '¡ Y mire que me rompo el culo para encauzarlos a estos pelotudos, que encima me hacen quedar como el orto !'

martes, 7 de septiembre de 2010

LA PALABRA DEL DÍA

moraleja

El Corpus de Referencia del Español (CORDE) indica que la primera vez que se registra el uso de esta palabra es por parte de un autor anónimo en un proceso de la Inquisición está registrado en el Archivo del Museo Canario.La falta de contexto en esta mención del corpus impide precisar la denotación con que el término fue empleado. El caso siguiente, 118 años más tarde, fue extraído de Pedro Calderón de la Barca en su comedia Guárdate del agua mansa. DON TORIBIO Porque con la moraleja
del Agua mansa y su ejemplo,
dando principio a serviros,
fin a la comedia demos.

En 1679, en el Thesaurius linguae hispanae et latinae, de Baltasar Henríquez, la palabra es así definida en latín:
Moraleja. Sensus, significatio, aut notio moralis. (En traducción libre, sentido, significado o aun noción moral). Sacarla, ex aliqua re sensum moralem elicio, haurio, expromo. (Sentido moral que se extrae, que se saca de una historia)

En el primer diccionario de la Academia Española, conocido como "de Autoridades", moraleja se define como "doctrina ù documento breve, que se infiere y saca de algún apólogo, o parábola", y se cita como ejemplo un caso de Calderón diferente al que aparece en el corpus:
Con cuyo raro suceso
sacando la moraleja
quede al mundo por ejemplo
que huvo una vez en el mundo
mujer, amor y secreto.


No cabe duda de que el que creó esta palabra, tal vez algún monje inquisidor, era una persona de cierta cultura, puesto que tomó el sufijo diminutivo -eja (derivado de su equivalente latino -iculus). Moraleja se formó pues a partir de moral y ésta a partir del latín moralis (moral), que a su vez provenía de mos, mores (costumbres) con el sufijo mencionado.

LIBROS EN CD PARA CIEGOS. DIFUNDIR

Hola amig@s.
Me han pasado este mail y lo hago público porque puede ser muy útil para gente con este problema.
Besos.


Días atrás buscando en Internet alguna alternativa para que una prima mía que está casi ciega, pudiera escuchar libros grabados en audio, me encontré con esta ONG.

Tienen -grabados en CDs- cerca de 900 libros de textos, novelas, cuentos,
obras de teatro, programas radiales etc., y en varios idiomas, todas ellas leídas por narradores profesionales, cuando no por sus propios autores, tal es el caso de Borges, Neruda, Benedetti, entre otros.
Los mismos no se venden, ni se alquilan, ¡¡los prestan!! Para acceder a ello, deben asociarse mediante el pago de $20 mensuales.

Los libros que elijen se los envían por correo y también se devuelven del mismo modo.
La ONG fue creada por un contador que tiene una enfermedad autoinmune y que a
esta altura del partido tiene solamente un 10% de visión y está dirigida a personas con alguna discapacidad visual, motriz o neurológica, como así también para personas de la tercera edad.
Cuando hablé telefónicamente con ellos, les pregunté como podía ayudarlos ya que su obra me parece fantástica y me dijeron que
Necesitan difusión.
Este es el motivo por el cual les estoy enviando a ustedes, con la esperanza de que en algún momento que puedan, lean la información que ellos me mandaron y que figura más abajo o entren en la página de Internet, vean lo que hacen y lo difundan entre sus conocidos. Casi todos deben tener cerca a alguien que ya no puede leer, y esta posibilidad les abre un panorama maravilloso.

Los datos de la ONG :
CICALE - Biblioteca Especial de Libros Parlantes en Audio Digital
Echeverria 298 - (1603) Villa Martelli - Pdo. Vte. López
4760-1201 4760-1201 de 10 a 17 hs.
E.Mail:
cicale@ciudad. com.ar
Sitio Web: www.cicale.org.ar

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA PALABRA DEL DÍA

merced

Los latinos llamaron merx, mercis a las 'provisiones', 'víveres' y 'vituallas' que se vendían en el comercio, y de allí salieron las palabras mercadería y mercado*.

El precio de esas mercaderías se llamaba merces, mercium, pero con el tiempo se empleó también para designar el precio pagado a una persona por un servicio, como ocurría en Roma con los mercenarius, los soldados que se enrolaban por dinero.

Poco a poco, merces fue adquiriendo el sentido de 'recompensa, dádiva o favor que se otorga a alguien gratuitamente', que es la denotación con que llegó a nosotros la palabra merced.

Y como los católicos suelen pedir a la Virgen favores o mercedes, surgió en Barcelona el culto a Nuestra Señora de la Merced, que dio lugar al nombre propio de mujer Mercedes. A pesar de ser típicamente español, en 1889 fue bautizada así una bebita vienesa de apellido Jellinek. Años más tarde, su padre, Emil Jellinek, se asoció al fabricante de automóviles Gottlieb Daimler para construir un automóvil moderno y lujoso. El modelo tuvo un éxito tan arrollador que su nombre, Mercedes, fue adoptado para todos los automóviles fabricados por Daimler. Esta historia la relata Fernando A. Navarro en su libro Parentescos insólitos del idioma, en el que cuenta que, cuando comenta en algún país de Europa central que su hermana se llama Mercedes, la reacción es sorprendente: «¡A quién se le ocurre ponerle a una niña nombre de coche!».