Y siendo muy sinceras, más allá de satisfacer nuestro ego con él, la intención es compartir con ustedes nuestras aventuras dominicales.
Esta vez, nuestra salida-paseo, tomó un giro diferente, de esos no planeados, como todos los que emprendemos, sobre 2 ruedas.
Esta no es la primera vez.., pero eso no cuenta ahora.
Cuando uno piensa en “salidas”, lo relaciona con paseos y diversión, ésta salida Nº: xxx no es precisamente de ese estilo.
El clima puede estar en contra, según como se lo mire. Acá. En nuestra zona, ya llevamos 4 días de lluvia bastante intensa y vientos que no se quedan atrás. A esto no podemos dejar de sumarle que Bs.As. sigue en alerta meteorológico, pero bueno....
Mañana vamos a cambiar las 2 ruedas a la “intemperie” por 4 con techo.
Nuestro viaje será a Capital Federal, o sea, a 100 kms de casa, y mas precisamente a un hospital.
Vamos a cuidar a un familiar muuuuuy mayor, que no está tan lejos de cumplir un siglo.
En realidad, aparte de querer estar cerca de ésta persona que ya está con ganas de “ir a descansar”, vamos a darle un poco de alivio a quien está siempre al pie del cañón.
En esas horas, que parecen no tener tiempo en el movimiento de un reloj, caben miles de reflexiones, a partir de cuanto nuestros ojos están registrando.
De pronto salimos de la vorágine diaria, del ir y venir cotidiano, y nos adentramos en un mundo tan diferente.. Una realidad que consideramos tan lejana, sobre todo porque recién llevamos transitado el 50% de la ruta de esos “abuel@s”.
Mas allá que ninguno de nosotros sabemos cuanta “cuerda” nos queda, creo que todos deseamos llegar lo mejor posible al fin de nuestros días, y sobre todo poder estar acompañados por nuestros seres queridos.
Ante estas cosas uno cae en la cuenta de que nada es eterno, menos aún nosotros. Doloroso se torna, mas que ver, sentir, la ausencia de la compañía, la calidez humana, que le dan paso a la señora soledad.
Como verán, no será un domingo de jolgorio, y sin querer plagiar a Teresa de Calcuta, seremos las mismas locas tan felices como siempre.
La vejez
Cuánto me costó, amiga, conocerte,
aceptar que llegaste a mi vida,
yo, que estaba segura de mi suerte,
cuando pensaba que nunca vendrías.
Y miraba a los viejos con tristeza,
cual si fuera un estado muy lejano,
creía que luchando con firmeza,
estaría a cubierto de tu mano.
Que inocente y total ingenuidad,
tu vienes como todo llega un día,
aunque ignoremos nuestra realidad,
te encontramos, altiva y decidida.
Decidida a enseñarnos, con paciencia,
que nunca vienes a destruir destinos,
si descubrimos esa vieja ciencia,
de transitar alegres tu camino.
Aprender a gozar de nuestros hijos,
de lo que hoy nos dan, sin pedir nada,
quererlos y expresar el regocijo,
que de su tierno amor, el alma embarga.
Vivir de cada nieto, una alegría,
mirar en ellos toda nuestra infancia,
y ahora que recordarlo es cosa fácil,
poder sentir de nuevo su fragancia.
Y por fin, conservar nuestros amigos,
aquellos que sentimos alejados,
los que viven felices y queridos,
y los que viven solos y olvidados.
Encontrar cosas nuevas cada dia,
como el comienzo de una etapa más,
pero poniendo en todas , la energía
con que empezamos el acto final.
Y esperar a la muerte sin temores,
con fe sincera y corazón sereno,
porque supimos perdonar errores,
y morir, al final, ¡es lo de menos!
Maria Cornelia Méndez Casariego de Arigós
1 De-MeNtEs:
Holis mis chiquiisss!!
Me parece muy bien que hayan cambiado esas 2 ruedas por 4 y que fueron para estar con ese ser muuuy mayor que las necesita, al menos con solo estar ahí, ya es suficiente.
La verdad que nunca sabemos cuanto vamos a durar y tienen razón en que esperamos llegar a viejos, pero uno nunca sabe, verdad?
Me encantó ese poema de Maria Cornelia, muy emotivo y cierto!
Bueno dulces, espero que las cosas ya estén mejor...
Les mando un besote granoootteee!!!
Las quiere:
Ivana.-
Publicar un comentario