Tercera entrega..

Continuamos....

Al otro día de haber ido a Mendoza, "empacamos" nuestros bártulos y nos dirijimos hacia San Agustín de Valle Fértil. Nos habían dicho que era un pueblito muy pintorezco y que era bueno para tomarlo como base para luego ir al Valle de La Luna y Talampaya, que eran una de las prioridades de este viaje.

De mas está decir que nos encantó y nos sentimos como en nuestra casa.

A pesar que nosotras vivimos en una ciudad a 100 kms. de Capital Federal, nos dimos cuenta que Mercedes, al lado de San Agustín era New York.... jajajaja.

Era increíble ver las casas sin rejas, las puertas abiertas, las bicis sin cadenas, los chicos jugando hasta tarde en las veredas y en la calle.

Nos contó un señor que tenía un comercio, que una noche se olvidó en la vereda una carretilla y un tanque de agua (de los del techo), y a la otra mañana los encontró en el mismo lugar.

Igual que por estos lados.... jeje.

Haciendo gala de nuestro espíritu aventurero, y luego de haber llegado del Valle de Talampaya, y sabiendo que era nuestra última noche antes de regresar a casa, nos animamos y aprovechando que había luna llena, hicimos una cabalgata, cruzando 6 ríos, pasando por el dique y llegando a una humilde casita en el medio del cerro. Sinceramente, esto no tiene palabras para ser contado.

Y como si esto fuera poco, a la mañana siguiente, como tomábamos el micro para San Juan recién a las 14:00 hs., nos fuimos a pasear en bicicleta por los alrededores.

Ahora viene lo anecdótico....

1) conseguir alfajores para traer de regalo.., casi una epopeya.. jaja

Aunque parezca increíble no pudimos encontrar en toda la capital de San Juan un pobre alfajor para llevar. Ni bien llegamos al pueblito, y haciendo honor a nuestra perseverancia, seguimos "rastreando" alfajores.

Un buen paisano nos dió, a ojo, la dirección particular de un señor que los hacía caseros. Una tarde-noche, encontramos su casa y..... ALFAJORES!!!!

Queremos contar brevemente que esta era una familia "muy humilde", donde todo lo hacen a pulmón y nos contaron, porque las dos locas charlamos como 2 horas, que aunque llevan propaganda a la oficina de turismo, nunca han dado sus folletos, ya que los usan como borrardor para anotaciones.

Que le vamos a hacer.... hay de todo en todos lados..

Como les prometimos a ellos, vamos a dejar su dirección para que todo aquel que viaje hacia aquellos lados, los visiten y se lleven un recuerdo comestible.

2) Entradas a los Parques..

Para el que lo sepa, OK., para el que no, les informamos que el Parque Nacional Talampaya está concesionado, por lo tanto al importe de acceso de $ 7, como se abona en cualquier parque nacional, se deben abonar según los circuitos a realizar dsitintos importes, siendo el menos de $ 45 y el mayor de mas de $ 100. Si no se abonan dichos valores, sólo se llega a traspasar el portón de acceso.

Cosas de la Argentina, que duelen.. Ya que tuvimos la oportunidad de charlar y compartir este paseo con una pareja de suizos y nos dijeron que era la primera vez que veían un parque nacional "privatizado".. Nos dió vergüenza ajena y pena por todos los Argentinos a los que se les hace muy difícil conocer nuestro país por los valores que se manejan.

De más está decirles que éramos pocos los Argentinos, pero sí encontramos gente de Inglaterra, Suiza, Francia, Holanda y EE.UU.

Les dejamos algo sobre San Agustín.

Disfruten las fotos!!!!

SAN AGUSTÍN DE VALLE FÉRTIL
Al noreste de la ciudad capital de San Juan, a 247 km., y al pie de las sierras pampeanas se encuentra San Agustín de Valle Fértil, cabecera de uno de los departamentos más hermosos de la provincia, que posee una gran variedad de recursos naturales. Destacándose el PARQUE ISCHIGUALASTO, (más conocido como VALLE DE LA LUNA). Tiene una superficie de 6977 km2, una altura de 830 mts. sobre el nível del mar y una población de 7203 hab.. El clima predominante es el templado,con una temperatura media anual de 24ºC., y con un régimen de lluvias de 400mm. anuales. Los vientos predominantes son del sur y el Zonda, que soplan del sudoeste.

Este es un pueblo apacible, donde en cada estación del año, uno encuentra un colorido distinto.