La intensa dedicación de la nobleza a la vida galante no es privativa de nuestro tiempo, se le atribuyen abundantes amantes en la corte borgoñona. Al igual que sus homólogos españoles, su padre, por motivos políticos, concertó con los Reyes Católicos un matrimonio doble: Felipe y su hermana Margarita casarían con Juana y Juan.
LOS CELOS
El matrimonio se celebró en Lille, el 21 de agosto de 1496. Las crónicas relatan que no pudo empezar con mejores auspicios: la atracción física entre los novios fue muy intensa desde el momento de conocerse, obligando a precipitar el casamiento para permitir a los fogosos cónyuges consumarlo de manera inmediata.
Pronto quedo Juana embarazada, el 15 de noviembre de 1498, nació una niña a la que se puso el nombre de Leonor (quien en el futuro será una de las primeras bazas en la política exterior de su hermano, el emperador Carlos, casará primero con el rey Manuel I de Portugal y tras quedarse viuda, contraerá matrimonio con Francisco I de Francia). Según la opinión mas extendida, este embarazo fue el detonante para el cambio de actitud experimentado por Felipe, que vuelve a sus devaneos amorosos con las damas de la Corte.
La ausencia de prensa especializada no impidió que la situación se hiciese del dominio público y llegase a conocimiento de la esposa. Para sorpresa de todos, la princesa no reaccionó acorde con el proceder establecido por la sociedad en casos parecidos; en lugar de transigir con la situación - quizá pagando con la misma moneda – exigió fidelidad a su marido. Como, a despecho de la firme actitud de la princesa, el caballero no varió un ápice su comportamiento, Dª Juana, presa de unos celos obsesivos, puso de su parte todo lo posible para retornar a las apasionadas relaciones – tuvieron cinco hijos más en el espacio de siete años – emprendiendo, a la vez, una estrecha vigilancia del infiel compañero, lo que dio lugar a infinidad de situaciones más o menos embarazosas. Como ejemplo de este comportamiento sorprendente se cita dos anécdotas reveladoras:
Agredió a una dama de compañía, cortándola el cabello con sus propias manos, por tener sospechas – parece ser que con total fundamento - de ser una de las furtivas amantes de Felipe.
El 24 de febrero de 1500 nace su segundo hijo, Carlos, el futuro Emperador. Cuenta la tradición que el parto tuvo lugar en un pequeño retrete del palacio de Gante, porque Juana, a pesar de su avanzado estado de gestación, acudió a una fiesta para vigilar de continuo a su marido, sorprendiéndola allí la rotura de aguas.
No debe extrañar que ante tan insólita afectación, los cortesanos empezasen a sospechar del equilibrio anímico de la futura soberana, comenzando a tejerse la leyenda que la acompañaría en la posteridad.
Las crónicas señalan una mejora en las relaciones entre ambos cónyuges a partir del nacimiento de Carlos. No falta quien achaca el acercamiento de D. Felipe a su ambición, las circunstancias le colocan en disposición de reinar en España: D. Juan, hermano mayor de la princesa muere en 1497, un año más tarde corre igual suerte la siguiente hermana, Isabel; por último, el hijo de esta, el infante Miguel de Portugal fallece en 1500. Los desgraciados sucesos convierten de forma automática a Juana en heredera de las coronas de Aragón y Castilla. Fruto de la nueva luna de miel es el tercer alumbramiento: en 1501 viene al mundo Isabel, que llegaría a ser reina de Dinamarca tras su matrimonio con Christian II.
A principio del año 1502 Juana y Felipe llegaron a Fuenterrabía para ser proclamados príncipes de Asturias, y Gerona, títulos tradicionales de los respectivos herederos de Castilla y Aragón. El 10 de marzo de 1503 nacía en Alcalá de Henares el cuarto hijo del matrimonio: Fernando, futuro Emperador de Alemania y rey de Hungría y Bohemia.
Por el momento, las pretensiones de Felipe no podían ir más allá de lo conseguido, con lo que no considera necesario continuar en la, hasta cierto punto, austera corte de sus suegros. Alegando cierto desgobierno en sus estados partió hacia Flandes: Juana, aún en contra de su voluntad queda en España. La separación recrudece los celos, que se tornan más y más obsesivos; la corte española comienza a hacerse eco de las habladurías procedentes de Flandes acerca de un serio desequilibrio, sus padres, los Reyes Católicos, pretextando su estado físico tras el reciente parto, insisten en mantener a Juana a su lado vigilando su evolución. Pero la voluntad de la princesa es firme, desea acudir al lado de su esposo. Venciendo los serios intentos de su madre por retenerla, acaba embarcando con destino a Flandes. Para su desconsuelo, allí comprueba que sus temores no eran infundados
La reina de Castilla, Isabel I, fallece víctima de un cáncer en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504. La nueva situación obliga a la pareja a retornar a España, aunque un nuevo embarazo retrasa la partida; a finales del año 1505 Juana alumbra a María, que casará con el rey Luis de Hungría y Bohemia. Por fin, en la primavera de 1506, tras una breve estancia en Inglaterra, Juana y Felipe arriban a La Coruña.
El testamento de la reina Isabel deja como heredera de la Corona de Castilla a su hija Juana, mas una cláusula indica que, en caso de desequilibrio mental, la regencia sería encomendada al padre. D Fernando de Aragón. Esta disposición, es muy probable que prudente, sería la semilla de graves enfrentamientos políticos, que, con toda seguridad, agravaron el estado de Juana.
La nueva reina carece de avidez por el poder , estaba enamorada; para ser feliz sólo necesita la fidelidad de su esposo. Diferente es la actitud de Felipe, que ansía convertirse en rey, o de su padre D. Fernando, que ama la potestad, no en vano se ha dicho que fue modelo para “El Príncipe” de Maquiavelo. Ambos se enzarzan en una agria disputa con una referencia común: sus presuntos derechos a ejercer la regencia emanaban de la pretendida incapacidad de Juana. Conociendo a estos personajes, ¿Puede extrañar que los dos propalasen, con razón o sin elle, la locura de la reina?
D. Felipe juega las bazas tradicionales en los aspirantes al poder; mediante una táctica de promesas a la nobleza, poco feliz con la política centralizadora de los Reyes Católicos, atrae a su bando a parte importante de sus miembros, obligando a D. Fernando a retirarse a Aragón, quedando como virtual Señor de Castilla. Su breve reinado estará caracterizado por el reparto de privilegios y mercedes a los nobles castellanos y flamencos, alcanzando un papel determinante el señor de Belmonte, don Juan Manuel.
EL DESENLACE
La alegría dura poco. A comienzos del mes de septiembre de 1507 don Felipe jugaba un partido de pelota en Burgos. Cuando termina, sudoroso, bebió agua helada; al día siguiente se sintió con fiebre. Nunca se repuso y el 25 de septiembre de 1507 fallecía. Se propalaron algunas especulaciones sobre la posibilidad de un envenenamiento, que la investigación histórica no ha podido corroborar.
El comportamiento de D. Juana tras el fallecimiento de su esposo constituye la mayor fuente de inspiración para todo tipo de leyendas macabras, muchas de ellas inciertas, pero que, con el paso de los años, contribuyeron a consolidar el personaje de “Dª Juana La Loca”.
En el momento de recibir la desgraciada noticia no derramó una sola lágrima; pero su rostro adquirió para siempre un rictus de desconsuelo. Su amado Felipe fue enterrado de manera provisoria en Burgos, desde donde debía ser trasladado a la Capilla real de Granada, el lugar indicado por el protocolo. Pero una repentina epidemia aconsejo a la reina trasladarse a la Cartuja de Miraflores (Burgos), donde llevó consigo el féretro. Juana no dejó de acudir un solo día a la cripta; luego de almorzar en el monasterio, pedía a los monjes que abrieran el ataúd para acariciar a su marido. Le aterraba pensar que podrían llevar el cadáver de Felipe a Flandes, y necesitaba constatar a diario de que el cuerpo seguía estando allí.
El 20 de diciembre de ese año, en medio del durísimo invierno burgalés, con la reina en avanzado estado de gestación, comienza el traslado del cadáver hasta el panteón real de Granada, en un lúgubre vagar por los campos y ciudades abrazada al ataúd. El tétrico espectáculo de la comitiva, la cara pálida y aterrada de Juana, conmocionaban a la gente en los caminos. La comitiva, encabezado por la viuda, viajaba siempre de noche y alojándose en lugares donde las mujeres no pudiesen tener contacto con el cortejo, lo que aumentó las noticias de la locura de doña Juana.
4 De-MeNtEs:
1. Recuerdo que vi una pelícla sobre ella...
2. Me alegra no ser celosa...o eso creo...
3. ;-)
ese sujeto de hermoso no tiene nada.
como estan chicas!???
gracias por el premio! =)
les cuento que yo ando muy enfermo estos dias, y practicamente no me levanto de la cama... tengo todo, fiebre, tos, tos con flema, flema, flema con tos, mas fiebre, transito lento, presion alta, presion con flema y transito lento... igual no estoy tan loco como para tomarme un activia, si he de morir, que sea indoloro :P
lo bueno es que, no voy a trabajar =)
PD: sigo sin enteder eso de los premios, pero gracias igual!
besotes lindas!!!
Uy... la cara la vende a Juanita....
Felipe de hermoso, ni ahí....
Y pobre mujer!!!
Eso sí...., comprobamos que por más que una se quede embarazada para atrapar al susodicho padre de la criatura, eso no sucede...
Y está bien! La pobre Juana entre 5 críos, el dorima mujeriego y la madre que ya le dice que es una loca, hizo bien en envenenar al "hermoso", lástima que a pesar de todo estaba profundamente enamorada de él.
Muy bueno, piscuisas!!
Sorry la tardanza, pero como estamos! jaja!
Pues yo me quedé con ganas de ver la película que hicieron aquí en España, no sé si la protagonista era Elena Anaya, creo que estupenda como Juana. Me gustó mucho. Un beso.
Publicar un comentario