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martes, 6 de mayo de 2008

Entre Amores de Ayer, Hoy y Siempre..

(Como todos los martes..)

El Rey Salomón y La Reina de Saba

Una leyenda africana


Hace muchos, muchos años, había una hermosa mujer que reinaba en las tierras del África oriental. Su nombre: Negesta Azeb (Reina del Sur), también conocida como Amhara. Hasta sus oídos llegaron noticias de un rey que gobernaba sus dominios con una proverbial sabiduría y sentido de la justicia: Salomón. Su fama era tal que la reina de Saba, entre cuyos dominios se encontraba la región del Tigray y la ciudad de Axum, decidió viajar a Jerusalén para conocerlo en persona. Preparó una fastuosa expedición, atravesó montañas y valles, mares y desiertos, hasta que consiguió arribar al Oriente Medio.


En persona, el Rey Salomón se demostró como más sabio, justo e inteligente de lo que las leyendas contaban. La reina de Saba quedó tan impresionada que adoptó la religión de los israelíes. Éste, sin embargo, no se dio por satisfecho con la conquista emocional de Saba. La noche previa a su marcha de vuelta a África, a través de un pequeño y justificable subterfugio, Salomón consiguió gozar de los favores carnales de la reina africana.
- Si los amores de esta noche trajeran fruto, dale al niño este anillo. Así sabré, sin atisbo de duda, que es mi hijo.
No iba desencaminado Salomón. A los nueve meses de su relación nació Menelik, que creció alto y fuerte, y cuyos rasgos eran idénticos a los del rey. Cuando se hizo hombre, Saba lo envió a Jerusalén, para que se presentara a su padre. No hizo falta que llevara el anillo, tan sorprendente era su parecido con Salomón. Éste, por supuesto, lo reconoció nada más verlo. Pidió a Menelik que se quedara con él en Jerusalén y se convirtiera en su sucesor. Pero éste quería volver a África, lo que hizo llevándose en su caravana, sin saberlo, el Arca de la Alianza que se encontraba depositada en el Templo de Jerusalén. Fue robada por dos de los miembros de su comitiva, que le informaron a Menelik del hurto cuando se habían alejado de la ciudad judía.

Cuando Salomón se enteró del robo, mandó a su ejército tras la comitiva de Menelik, quien, aún a sabiendas de que el Arca había sido robada, aceptó llevarla a su madre como presente. Los poseedores del Arca milagrosa avanzaban trece jornadas por cada una que lo hacían las tropas del Rey. Ello fue considerado como un augurio inequívoco por parte de los sacerdotes del Templo de Jerusalén, quienes pidieron al Rey que cesara en la persecución ya que los caminos del señor son inescrutables. Salomón, en su inmensa sabiduría, así lo hizo.

Menelik mandó construir un templo en Axum, donde descansa el Arca desde entonces. La reina abdicó en su hijo y, desde entonces, los reyes etíopes se entroncan directamente con los salomónidas, teniendo, por tanto, de generación en generación, la sangre del Rey Salomón y de la Reina de Saba. No deja de ser curioso que, tras acceder a la jefatura del gobierno, lo primero que hizo Menelik fue establecer que la línea sucesoria habría de ser obligatoriamente masculina, lo que no dejaría de sorprender a su madre.

3 De-MeNtEs:

Ivana Carina dijo...

Ay! Estas historias..... me copan!!!
Besitos piscuisas!!!

Breve como viraje e'laucha...
Échenle la culpa a speedy! gggrrr!!!

ALMA dijo...

Muy bien contada la historia, chicas, resulta amena y facilmente comprensible!!!. Me gustó mucho

Besos chicas

Anónimo dijo...

Al leer esta maravillosa historia (realmente fascinante), recordé cuando en mi infancia, me ponía en exquisita (según mi madre, claro!!) y me decía:
"-¡¡pero ¿quién te creés que sos, la reina de Saba?!!

Saludos, candor y abrazotes, doñas!!!